“Muchos estudios constatan la relación beneficiosa que se establece en las terapias biomédicas cuando se incorpora la atención a las necesidades espirituales de los pacientes”

Entrevista a Danilo Farneda tras su charla magistral «El proyecto hospitalario al servicio de la humanización»

Danilo Luis Farneda Calgaro es licenciado en Teología, doctor en Ciencias de la Educación y Coordinador de Pastoral- Atención Espiritual y Religiosa del  Complejo Asistencial de Hermanas Hospìtalarias de Málaga. El pasado 18 de noviembre ofreció vía Zoom una ponencia dirigida a colaboradores titulada El proyecto hospitalario al servicio de la humanización, en la que ahondó en el concepto de humanización y en su manifestación en el modelo Hospitalario de Hermanas Hospitalarias. “De forma esquemática podemos centrar las características de la humanización Hospitalaria en la propuesta de una atención integral a la persona en su unicidad, es decir, centrando la atención en la realidad única de cada persona”, afirma Farneda Calgaro, que destaca en esta entrevista la importancia del enfoque interdisciplinar y del trabajo en equipo para conseguir un trato humanizado; y la necesidad de que ciencia y espiritualidad  caminen juntas y de la mano en beneficio de todas aquellas personas afectadas por problemas de salud mental.

La humanización en la atención médica es algo que uno daría por hecho teniendo en cuenta que se trata con humanos. Sin embargo, no siempre ha sido así, ¿Verdad?

Quien actúa en favor de la salud de otra persona está realizando un acto de humanización, pero sí que es cierto que los contextos históricos, culturales, profesionales, éticos o personales hacen que la atención sanitaria tenga diversos grados o niveles de humanización.

Podríamos pensar que a mayor desarrollo de las ciencias médicas, mayor humanización, pero esta relación no siempre se cumple. La humanización en la atención médica no responde sólo a una cuestión evolutiva en el tiempo, sino que en ella se interrelacionan aspectos actitudinales, éticos, económicos, científicos, etc. Subrayaría que la humanización en la atención médica pone su acento en la calidad de la relación con las personas atendidas y, en este sentido, es atemporal. En situaciones de gran precariedad técnico-asistencial, puede darse un profundo compromiso humanizador en la atención.

Posiblemente uno de los campos en los que más ha tardado en hacerse espacio esa idea de humanización ha sido en el ámbito de la salud mental. Todos tenemos en mente esas imágenes atroces de lo que antiguamente se conocía como manicomios (el propio nombre era poco humanizador). ¿Por qué crees que ha pasado esto, que en la salud mental, de forma general, ha tardado tanto en hacerse hueco ese concepto de humanización?

El modo de concebir a la persona con enfermedad mental es y ha sido muy diverso en los diferentes contextos históricos y culturales. Ciertamente la falta de herramientas terapéuticas para hacer frente a la enfermedad mental influyó, como reflejo defensivo de la sociedad, en la negación y el rechazo de las personas afectadas, llegando a niveles de deshumanización extremos. El paso cultural de concebir los trastornos mentales como una maldición de los dioses, a concebirla como una enfermedad, fue muy lento y a la vez fundamental para iniciar un proceso de humanización que continúa teniendo desafíos abiertos. Y es que no podemos olvidar que aún hoy nos encontramos con situaciones vergonzantes de deshumanización en el trato a personas afectadas por trastornos mentales. Persisten culturas ancestrales que consideran a la enfermedad mental como una maldición y en consecuencia discriminan, abandonan y hasta persiguen a las personas afectadas.

Decía antes “de forma general” porque ha habido excepciones. Tú señalas que el propio fundador de Hermanas Hospitalarias, San Benito Menni, ya buscaba dar una atención integral a cada persona enferma, lo que le convierte a su modo en un precursor de esa humanización.

San Benito Menni desarrolló su compromiso por las personas afectadas por la enfermedad mental en el marco del carisma hospitalario, un carisma que nace desde las vivencias del mismo Fundador de la Orden Hospitalaria, San Juan de Dios. El “loco de Dios”, como era conocido, vivió en sus propias carnes el trato deshumanizante aplicado a mediados del siglo XVI y comprometió su vida en promover una atención más humanitaria. Bebiendo de esta fuente, viviendo la humanización en el trato de las personas atendidas en los hospitales de la Orden, San Benito es considerado el gran refundador del carisma hospitalario, dando un paso decisivo en la atención, integrando “ciencia y caridad”, y asumiendo una opción prioritaria por atender a hombres y mujeres afectadas por la salud mental.

Estamos hablando mucho de humanización, así que creo que sería importante contextualizar de qué hablamos cuando hablamos de humanización.

Toda acción que motive, favorezca, acompañe o sostenga el desarrollo integral de la persona en sus dimensiones biológica, psicológica, social, espiritual o religiosa expresa la humanización. De ahí que no sea una actividad de “lobos solitarios”, sino que debe ser comprendida a nivel interdisciplinar.

Esa humanización está muy integrada en la forma de trabajar y en el modelo Hospitalario de Hermanas Hospitalarias. ¿Cuáles dirías que son las características principales de ese modelo Hospitalario?

El Modelo Hospitalario, inspirado en la antropología cristiana, se encuentra claramente definido en documentos institucionales como son el “Marco de Identidad de la Institución” (2010) o el “Modelo Asistencial Educativo” de la Provincia de España (2014). En estos documentos, pero también y fundamentalmente en la vivencia cotidiana de la Hospitalidad, encontramos los ejes que definen el compromiso humanizador de la Institución.
De forma esquemática podemos centrar las características de la humanización Hospitalaria en la propuesta de una atención integral a la persona, considerada en las dimensiones antes mencionadas y en su unicidad, es decir, centrando la atención en la realidad “única” de cada persona. Esto nos lleva al enfoque interdisciplinar y al trabajo en equipo, procurando que los saberes y habilidades técnico-profesionales estén orientadas por un trato humanizado que la institución define como “acogida hospitalaria”.

Ese modelo viene marcado en parte por la vocación religiosa de la institución. En tu ponencia comentaste cómo religión y ciencia han tendido a darse la espalda. En la búsqueda del bienestar psíquico, psicológico y social del usuario, ¿se ha tendido a olvidar la vertiente espiritual?

Si contextualizo mi respuesta en la cultura occidental-cristiana, nos encontramos con un largo camino donde religión y ciencias médicas han tenido una relación conflictiva que no termina por superarse. Desde el dominio y el control unilateral de la teología sobre los saberes y el quehacer médico hemos ido pasando a una especie de autarquía científica pautada por el racionalismo propio de la Modernidad.  Desde esta perspectiva, la dimensión espiritual de la persona ha sido descartada como maleficente. Ha sido un fenómeno de reacción defensiva desde el racionalismo biomédico.
La visión antropológica que asume las diversas dimensiones de la persona, incluida la espiritual, con el consecuente concepto de salud, promovido por la misma Organización Mundial de la Salud, han facilitado una postura integradora de las diversas disciplinas que intervienen en la atención a la persona. Con diferentes acentos y logros, estamos en un proceso de encuentro, de interdisciplinariedad. Pero queda mucho camino por andar…

¿Cuáles son los beneficios para el tratamiento de los usuarios de la unión de esas dos esferas, de ciencia y religión?

Son numerosos los estudios científicos publicados en los últimos años donde se constata la relación benéfica que se establece en las terapias biomédicas cuando se incorpora la atención a las necesidades espirituales de la persona atendida. Este hecho no es menor ya que no se trata de estudios de opinión o con fundamentos “revelados” desde las distintas espiritualidades o religiones, sino que se desprenden de investigaciones interdisciplinarias de gran calado. Tienen particular importancia las aportaciones de las neurociencias, logrando descifrar los procesos electroquímicos beneficiosos desencadenados por la atención espiritual y religiosa. San Benito Menni se refería a la unidad de “ciencia y caridad”, siendo en su tiempo un pionero de la integración asistencial de todos los avances de las ciencias médicas con las aportaciones específicas de la “caridad”, entendida ésta como la presencia amorosa de Dios en la vida de la persona atendida.

En ese sentido los Centros de Hermanas Hospitalarias cuentan con un Servicio de Atención Espiritual y Religiosa. ¿Ha aumentado la demanda y las necesidades de ese servicio en la actual situación de pandemia que estamos viviendo?

La pandemia ha generado una enorme crisis sanitaria con consecuencias muy visibles en la falta de recursos humanos y técnicos. Nuestros centros han tenido que realizar una amplia y constante tarea de adaptación, tanto en los espacios como en los protocolos de atención. Es evidente que estas circunstancias han afectado, de manera diversa pero muy concreta, a las personas ingresadas en nuestros centros.

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